sábado, 4 de octubre de 2014

OBRAS COMPLETAS

En medio del reposo obligado, descubrí que dentro del catálogo de Netflix, existían títulos que superaban la expectativa de mirar la pantalla sólo para encontrar distracción.
Entre ellos se encontraba el documental “La educación prohibida”.
Un informe que no sólo pone en jaque al sistema educativo tradicional e imperante desde el 1700, sino que propone, muestra y presenta alternativas de formación “no tradicionales” en varios puntos del continente sudamericano.
A mi gusto, un trabajo redondo, ya que no sólo presenta el problema, sino que expone una propuesta que busca el cambio sin repetir lo que ya está hecho; y deja tildando los vacíos que los adultos, tanto padres como profesores, no ven, victimizando a los más chicos.

Si tuviera que ponerle música a este artículo, inmediatamente me transportaría al año 2004. Desde el disco “Mañanas” de Shaila, la banda escupía en el track número 6 “La ignorancia es bendición”. Si de escupir se trata, su letra denuncia de forma directa al sistema educativo que pregona “pensar sin entender” y en términos althusserianos afirma que “la escuela es un aparato de dominación social”.
Pero esta canción es sólo un eslabón de una cadena de 14 ganchos, mantenidas por un concepto, una linealidad musical y lírica que encierran un todo.
Canciones como “La historia somnoliente de América Latina”, “Libertad”, “Tratando de encontrarla”, “Dios ha muerto” y “La educación” dejan en claro la posición que la banda toma frente al mundo y su historia; pero también hay tiempo para desactivar la bomba, y buscar el equilibrio en temas como “Cuando no quieras sentir”, “Te vi” y  “Bajo el agua” en una sintonía mas cercana al oído popular.
La obra no se cierra, se complementa con “Mañanas”, “Hoy”, “De qué hablas”, “Martes” y “Cansado y aburrido”.
Una creación que tuvo su tiempo, su espacio, un porqué; y evidenció un momento. Una fotografía de una parte de la historia.
Mañanas llegó en el año 2004 para recoger el guante.


Obras completas, que cuestionan, sacuden y movilizan el presente; pero que también proponen y construyen pensando en un futuro mejor.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Cambiar el ADN


En estos últimos días escuché frases como “vamos rumbo a ser Venezuela”, “no me gusta el comunismo”  o “es cómo en el 2001”(esta última para describir el estado de la concentración y protesta que tuvo su mayor eco en la ciudad de Buenos Aires). Y en estas frases me detengo para decir que estamos ante un grave traspié si empezamos a discutir justamente desde el error.
¿Podemos hablar de comunismo o de medidas comunistas apuntando a un gobierno que fue elegido democráticamente? No está de más decir que este gesto es llevado a cabo con la voluntad del pueblo (el 54% y el 46% también). Por otra parte, me sumo al pensamiento que la patria socialista o la idea que queda de ella le corresponde solamente a los jóvenes que hoy se lanzan o ven en este proyecto político la “liberación” a través de otra forma de gobierno. Nada más alejado de la verdadera autodeterminación de los pueblos. En resumen, este no es un gobierno ni socialista, y mucho menos comunista.
Desde el lado de la comunicación o lo que intentan hacer de ella los medios, resulta triste y vaga la forma de comparar la marcha de cacerolas de ayer con la situación del 2001. No voy a reparar en las diferencias que existen entre aquella situación y la actual. El tema no es ese, la cuestión es cómo se pretende mostrar “la realidad” si marchamos desde el error.
Inseguridad, importación, restricciones, censura. Por el momento, propuestas concretas desde sectores opositores para estas palabras no hay. Ni desde lo cívico ni desde lo político (cómo en el 2001, si quieren encontrarle similitudes).
 El reclamo es justo, es un derecho y es un gesto que revaloriza los lugares recuperados por la libertad de expresión. El dato seria revelar o relevar hacia dónde se quiere ir si otra frase que empieza a resonar es el “que se vayan todos”.
Si en juego está la amada democracia y el derecho de expresar lleva a manifestarse en las calles de forma legítima entonces es una obligación construir prácticas alternativas que realmente nos representen. 
Liberales, progresistas, demócratas, su voz es tan válida como la de un indigente sin banderas. A esa expresión de necesidad y descontento habría que sumarle construcción porque la historia  reclama un cambio en su adn, ya está cansada de repetir los mismos errores de siempre.

lunes, 14 de mayo de 2012

El hit que mató al mensaje


Éramos más de mil en ese lugar. Y a todos seguramente nos unía la idea de despejar al menos por unas horas los recados que la semana suele imponer. Por un largo tiempo fuimos dominados por el hechizo musical que buscamos para despejar nuestras derrotas cotidianas.
El tema emblema y popular de los 90 que sonó en cuanto boliche hubiese, también irrumpió en los oídos de todos los que estábamos prestos a corear cual canción nos llevara a esos relatos de gloria.
En ese éxtasis generalizado; una pareja; embebidos en el cuarto vaso de whisky, cerveza de por medio, repetían sin mucho raciocinio “si hablamos de matar mis palabras matan”. No superaban los 25 años, lo que mostraba el poder antigeneracional de un acorde y una melodía puestos en el lugar adecuado en el momento adecuado.
En la barra, el barman movía sus brazos y piernas al son de “no hace mucho tiempo que murió el León Santillán” mientras daba el cambio de otro fernet vendido a cambio de una sonrisa cómplice.
El señor de la consola avivaba a la gente como cuando un jugador de fútbol necesita de sus hinchas para levantar el ánimo del equipo. Así se mostraba ese hombre que agitaba sus manos fluorescentes desde la cabina. Claro, el tema era de su época; se llevó su juventud, sus noches con amigos, sus primeros pasos camino al dj.
Se celebraron muchas canciones esa noche, pero en ese momento los cien barrios porteños y más; estábamos subidos a la ola del festejo, de la celebración, éramos realmente un solo canto. La vida nos sonreía o al menos eso exteriorizábamos, corrían tiempos felices para todos menos para el matador.
Aquél luchador barrial que levantó la voz de los acallados estaba por caer. La fuerza policial iba tras su vida.
Entre luces que por momentos encandilaban, el pasar activo y fugaz de los presentes y el aroma a humo dulce; esperamos por ese estribillo que renovó el sentido de esa danza que nos liberaba.
“Matador, matador” resonaba una y otra vez. El canto popular mejor representado hervía en la caja hermética del boliche palermeano.
Fuimos parte del tema de la noche, del pico máximo del show, todos al unísono forjamos cada vez más fuerte aquellas estrofas combativas.
Fuimos una vez más el hit que mató al mensaje.

jueves, 3 de mayo de 2012

Flash comunicacional

El trabajo en un aula puede dispararnos a lugares que nuestra estadía hogareña sería incapaz de lograr. Estar lejos del diario de la mañana o del monitor de la oficina nos puede permitir tomar esa distancia para intentar ver de lejos lo que no vemos de cerca…
¿Cuantas fotografías pasan de largo por nuestra retina?
Existen los diarios que a través de una imagen intentan despertar la atención del lector o generar una reacción a través del impacto visual. Y están aquellos que a través del impacto visual sólo tienen como objetivo el lucro o la exposición multimedia.
Entonces ¿qué podemos plantearnos con esta idea?
Intentemos responder qué diferencia hay entre la imagen de una mujer quemada por napal en Vietnam; y la foto de Jazmín De Gracia tirada en su baño.
A la primera podemos pensarla como un símbolo que intentó generar un estado de conciencia sobre la guerra. La segunda, deja en evidencia su claro objetivo económico y el morbo expuesto devenido en popularidad crónica.
Ahora bien, como plantea Susan Sontag, ser conmovido por una imagen no es necesariamente mejor o peor. La gente no se curte ante lo que se muestra. Al contrario, en muchísimos casos la sobreexposición de imágenes, lejos de producir un efecto logra naturalizar el escenario visto.
La idea no es pretender que resolvamos la naturalización de las cosas, la moneda corriente de todos los días. Ese es otro tema de discusión.
Es bueno alertarnos, saber desde qué lugar nos ubicamos como lectores, observadores, espectadores o público. Porque puede pasarnos que estando frente al televisor o el periódico, alguna imagen nos haga ruido. La idea es no aturdirnos.

viernes, 30 de marzo de 2012

Besar la lona


Era una pelea muy importante, por eso antes de iniciarla me tomé el tiempo necesario para rendir un nuevo obstáculo, o en el mejor de los casos una nueva parada.
En ese examen personal reconocí las limitaciones, las virtudes y estudié al rival de pies a cabeza. Levantarse temprano para llegar antes que el sol se volvió un estado natural. Cada día era un centímetro más que se sumaba al  camino que conducía hacia el lugar elegido. Mirar hacia el pasado también se volvió un ejercicio cotidiano, revisando los errores que pude haber cometido, ventajas a las que les dí paso como esos ganchos inoportunos o esos certeros cross que dejaron marcas en mi piel.
La dieta, fue un elemento vital para llegar óptimo al combate. Eliminar ciertos venenos de la noche se había convertido en un sacerdocio. La pera y el saco fueron mis víctimas directas en la escalada hacia la que consideraba “mi final del mundo”.
Salté de la esquina hacia el round 9 con pocos reflejos y en pocos segundos todo lo trabajado empezó a desvanecerse. Una llegada tarde a un cruce nubló mi vista, inmovilizó mi pierna derecha al mismo tiempo en que llegaba a reconocer algunas voces que provenían fuera del cuadrilátero. Cuando quise levantarme y jugar mi último guante mi cara sacó pasaje a un nuevo destino. Me encontraba besando la lona. Ahí fue donde la vida empezó a verse gris, indefinida, pesada…
Conocí la derrota, saboreé mis miserias, volví a verme ganar, recordé qué era perder, sentí morir, supe escuchar la frecuencia indeseada de cualquier hospital, reconocí mis caídas y en ese instante observé y sentí que la lona cada vez estaba más lejos, me sentí erguido y finalmente desperté.
El fallo dijo que fue un knock out, al mismo tiempo en que muchos se relamían deseando que el equipo tirara la toalla para siempre antes de que el locutor consagrado diga “no va más”. Pero claro, eso no sucedió, llegué al límite entregándolo todo… menos mi vida.
24 horas después escuché de nuevo la campana y sentí que mis brazos se movían, mis piernas también. Reconocí a mi entorno, sabiendo qué lugar ocupaba cada uno de ellos. Tomé al doctor de la mano y le dije: “Es un nuevo round, sigo vivo”.

lunes, 12 de marzo de 2012

El sol en la tormenta


La última amenaza de lluvia se estaba yendo. Las 5 marcaban el punto en que el día se dividía en dos. Después de allí, nada iba a ser como antes. Tomo el camino más corto y  ausente en esta ciudad de plazas nuevas, fuentes rejuvenecidas y trenes que llevan distintos rumbos.
Desde aquel entonces nada parecía indicar que los tiempos volverían. Lo que suponía ser un “imposible” para ambos, logró reunir lo que tratábamos de descifrar. Sin darnos ventajas, aceptamos el riesgo de jugar al límite.
Los minutos pasaban, mis emociones lograban un éxodo prolongado, los nervios daban sus primeros pasos. Lo cierto es que saqué pasaje hacia lo desconocido, a preguntas sin respuestas, desde el papel al pensamiento y viceversa. El primer tren dejó su estación, el segundo me llevó a su espera. Contra la ventanilla develé que faltaban unos minutos para que el reloj marque la hora indicada, presté a sentarme e imaginar, viendo como de fondo desfilaban varios trenes, colectivos, y en cada ventanilla me llevaba una imagen.
Sin esperarlo, recibí sus manos en mi cara y una expresión declaró el estado del clima.
La tarde se nos iba cuando pude contemplar su mirada, cuando pude ver realmente su sonrisa y el detalle de sus dientes que quedará en mi memoria. Por momentos estuve ido, esperando que sus palabras endulcen a las mías buscando el instante adecuado en que pueda decirle lo que realmente no pude decirle. Había mucho por hablar, sin embargo el tiempo no nos alcanzó, porque en esos momentos el tiempo no corría.
Unas tasas de café fueron la otra parada del encuentro. Sus labios ahora reposaban en el calor del pocillo, mientras yo miraba firmemente el círculo de sus ojos. Las palabras empezaron a salir de a poco, pidiendo permiso una a  la otra, con pasos cortos. Algunas solo quedaron en la puerta, no se animaron a ser libres.
La tarde murió, el café también. Llegó la hora de volver a la realidad; ella por un lado, yo por el otro. En distintas direcciones nos fuimos sin saber si este fue el principio del final o el final del principio. Sin embargo, como me lo había anticipado, ese día salió el sol después de la tormenta.

viernes, 24 de febrero de 2012

Al mal tiempo, buen café


Corrientes y Agüero. Miles de personas deambulan, pasean y caminan en distintas direcciones mientras alguien busca el estimulante sabor del día.
Al fin, 19:15. Una taza media de café con leche se hace presente e intenta endulzar el atardecer. En esta ocasión sólo o mejor dicho “acompañado por nadie” como diría Ciro Pertusi.
Sólo desde el lugar de la inacción; y alrededor la gran ciudad donde todos reflejan la mirada en la tv ya que sobran los motivos. Se empeñan los pocos billetes para que el azúcar actúe como energizante, revitalizador de un cuerpo cansado de batallar internamente. “Acompañado por nadie” en el camino que cada vez se hace más duro para cultivar.
El cuerpo de Lucas fue encontrado. Yo sigo buscando el mío.
Ausente, entre la moza, la pareja antiage de mi derecha y las tres generaciones que decoran el lado izquierdo. Dos metros nos separan del mundo donde se oyen voces, bocinas, motores y hasta donde puedo advertir algún envolvente celular. Esta mesa, sus servilletas de papel, el diario, el minivaso de agua y la cafeína ya extinguida son mi reparo después de verme apagado en las últimas dos cuadras.
¿Llorar?, el orgullo tanguero de este barrio no me lo permite. ¿Claudicar?.. a veces como ahora, siento acercarme a ello. Hasta hace un rato estuve cerca, antes de que llegara la salvadora infusión para tener nuevos segundos de vida.
El tiempo corrió pero al lado mío siguen los mismos personajes aún con vida. En el televisor el tema es inacabable. Creo que es momento de saltar al mundo, ese del que solo me separa una puerta de vidrio. Es hora de volver con la derrota a cuestas como grano tostado y molido…bien muerto.
Es hora de la resurrección, de labrar la tierra y reubicar las semillas. En unas horas el día ya no será. Será mañana una nueva oportunidad para reactivar el sistema nervioso central, el corazón, las venas, las arterias. Una nueva ocasión para un nuevo café.