lunes, 12 de marzo de 2012

El sol en la tormenta


La última amenaza de lluvia se estaba yendo. Las 5 marcaban el punto en que el día se dividía en dos. Después de allí, nada iba a ser como antes. Tomo el camino más corto y  ausente en esta ciudad de plazas nuevas, fuentes rejuvenecidas y trenes que llevan distintos rumbos.
Desde aquel entonces nada parecía indicar que los tiempos volverían. Lo que suponía ser un “imposible” para ambos, logró reunir lo que tratábamos de descifrar. Sin darnos ventajas, aceptamos el riesgo de jugar al límite.
Los minutos pasaban, mis emociones lograban un éxodo prolongado, los nervios daban sus primeros pasos. Lo cierto es que saqué pasaje hacia lo desconocido, a preguntas sin respuestas, desde el papel al pensamiento y viceversa. El primer tren dejó su estación, el segundo me llevó a su espera. Contra la ventanilla develé que faltaban unos minutos para que el reloj marque la hora indicada, presté a sentarme e imaginar, viendo como de fondo desfilaban varios trenes, colectivos, y en cada ventanilla me llevaba una imagen.
Sin esperarlo, recibí sus manos en mi cara y una expresión declaró el estado del clima.
La tarde se nos iba cuando pude contemplar su mirada, cuando pude ver realmente su sonrisa y el detalle de sus dientes que quedará en mi memoria. Por momentos estuve ido, esperando que sus palabras endulcen a las mías buscando el instante adecuado en que pueda decirle lo que realmente no pude decirle. Había mucho por hablar, sin embargo el tiempo no nos alcanzó, porque en esos momentos el tiempo no corría.
Unas tasas de café fueron la otra parada del encuentro. Sus labios ahora reposaban en el calor del pocillo, mientras yo miraba firmemente el círculo de sus ojos. Las palabras empezaron a salir de a poco, pidiendo permiso una a  la otra, con pasos cortos. Algunas solo quedaron en la puerta, no se animaron a ser libres.
La tarde murió, el café también. Llegó la hora de volver a la realidad; ella por un lado, yo por el otro. En distintas direcciones nos fuimos sin saber si este fue el principio del final o el final del principio. Sin embargo, como me lo había anticipado, ese día salió el sol después de la tormenta.

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